viernes, 29 de enero de 2010

MOMIA INCA



Los yacimientos de altura, por lo general arriba de los 5,000 metros, a los cuales los arqueólogos le atribuyen el carácter de entierro-sacrificio u ofrenda, permiten la natural deshidratación y conservación de la momia y su ajuar, gracias a las condiciones climáticas dadas: frío, falta de humedad y el fuerte sol.


Por su pureza, los niños eran los elegidos para ser ofrecidos a la montaña en los santuarios de altura del imperio incaico, en la ceremonia conocida como Cápac hucha. No hay datos precisos sobre el modo en que morían y las momias descubiertas no presentan signos de violencia.


El ritual se iniciaba en Cuzco en presencia del Inca, desde donde en procesión se llevaba a las ofrendas humanas hacia los santuarios de altura, con un ajuar de fina confección y elementos del arte cuzqueño. Así, se encontraron plumas de aves amazónicas y adornos de spondylus.
La ropa era confeccionada en las Aclas-Huasi, casas donde vivían las Vírgenes del Sol, niñas de entre 8 y 12 años elegidas por su belleza e inteligencia. Eran las encargadas de preparar los tejidos, los rituales y la chicha, bebida a base de maíz. Resultaban entregadas en matrimonio a los caciques amigos del Inca. Otro destino posible: ser sacerdotisas en santuarios de altura u ofrecidas en sacrificios.


La procesión llegaba a la altura. La víctima llevaba sólo un vestido largo sin mangas y una túnica de cumbi, la confección más exquisita y fina. Es posible que se le diera alguna bebida embriagante para adormecerla. Con sólo dejarla en la cumbre, el congelamiento terminaría con la vida, sin necesidad de acción cruenta.


Al cuerpo, no se sabe si aún vivo o no, luego se lo enfardaba con mantos de lana de vicuña y llama. La cabeza iba tocada con una macapalla plateada, adorno de metal. Luego se colocaba otra manta de llama y por encima una tela más rústica, atándose luego con una soga.

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